Este escrito fue presentado como texto de un parcial para la materia Teoría Sociológica, Prof.: Claudia Guebel
El Poder, como instrumento capaz de sostener la dominación, articular las relaciones sociales, facilitar el desarrollo de un modo de producción y satisfacer las expectativas egoístas de un individuo o clase, es el tema que subyace en las obras de quienes han mirado a la sociedad buscando desentrañar la lógica de sus mecanismos de funcionamiento.
Unos desde la perspectiva naturalizante de los hechos sociales, hurgando en las representaciones colectivas que validan los diferentes modos del ser social. Otros, más ácidos, desde el ángulo de las acciones, delimitando fines y conductas, intuyendo un sentido último para cada una de ellas. Y por fin aquellos, racionalistas científicos, que desbrozando de pulsiones el camino del desarrollo material y sus relaciones estructurales, encuentran la llave de la verdad en la dialéctica de la naturaleza.
Todos, sin embargo, apuntando al mismo objeto, reclaman para su mirada la exclusividad de la certeza, ¿cómo es esto posible?: si las ideas anteceden a la cosa, todas las que la piensan son constituyentes, y si por el contrario la cosa precede a las ideas, todas las ideas son coemergentes. ¿Se entiende?. Objeto y ciencia son una unidad de contrarios, con todas las consecuencias que se derivan de ello. Es por esto que para el análisis de cualquier objeto, y con más razón cuando se trata de uno social, no comulgaría con el deseo de su explicación el hecho de descartar cualquier punto de vista o metodología de investigación.
Pongamos en práctica esta afirmación en relación a un caso puntual como fue "la renuncia de Chacho a su cargo de vicepresidente".
¿Chacho? Sí. Álvarez. Un político profesional. Que ha hecho su carrera intentando acompañar las representaciones colectivas de las capas medias de Argentina, que se ha destacado por su laborioso esfuerzo en convertirse en líder carismático y representa los intereses económicos de la Unión Industrial Argentina.
¿Vicepresidente? Una función demasiado cercana al "poder" del Estado, en un régimen de democracia formal
parlamentarista eleccionaria. Estado que ha ido cambiando sus funciones al compás de las transformaciones del modelo económico social que lo sostiene y legitima. (Volveremos sobre el tema).
¿Cargo? Máximo botín de la rapiña, en la versión tradicional de la "vieja" política y espacio reservado a "educados" profesionales administrativos, funcionales y aleatorios, en la "moderna" concepción del buen gobierno.
¿Renuncia? Cálculo, estrategia, vocación por la lucha política, conducta con arreglo a fines. O conducta con arreglo a valores, ética, moral, honorable. Suicidio altruista. O hasta podrían entrar en juego las consideraciones de algún psicoanalista que vislumbrara una conducta fóbica en relación al ejercicio pleno del poder e histérica en relación a sus seguidores. Sucede que cuando una acción aparece como individual, las conexiones de sentido que se tienden a realizar no escapan al campo de los dichos por el mismo sujeto. Al mismo tiempo que las explicaciones causales quedan en el terreno de las hipótesis.
Llegamos así al momento de vincular en un mismo corpus analítico las diferentes perspectivas epistemológicas.
Bueh..., la cosa sería, ¿Dónde está el verdadero poder?
Aquellos que comprenden al poder como una asociación de dominación lo sitúan en el ámbito del Estado. Lo comprueban en el hecho de su exclusiva potestad para el uso de la fuerza y en su validación a través de leyes de obediencia obligatoria. Esto puede ser seguido históricamente en una especie de genealogía del Estado donde pueden verse sus transformaciones y características evolutivas. Desde los honoratiores romanos, rentistas privilegiados de un modo de producción esclavista, que disponían del tiempo y dinero para consagrarse ad honorem a la cosa pública. Pasando por los feudos donde la administración permitía compartir ingresos derivados del cobro de impuestos para el señor. Lo que devino en la alianza de quienes poseían la propiedad territorial para la constitución de Naciones que requirieron entonces de una administración más compleja. Convivieron así la nobleza guerrera, financiera y financiadora, con la naciente burocracia estatal, rentada, de leguleyos y contables. Hasta que, Revolución Francesa de por medio, la ascendente burguesía reclamó sus fueros y a poco de andar quedó consagrado el mecanismo de partidos políticos. Entrar a detallar los múltiples aspectos de este sistema no hace al objetivo aquí planteado, por lo demás, minuciosamente expuestos en la bibliografía.
Lo que sí queda manifiesto es que en cada etapa el Estado se ha estructurado en función del grado de desarrollo de la sociedad, del régimen de propiedad imperante y de los intereses de la clase privilegiada.
En cada etapa esas sociedades se han representado a si mismas de determinada manera, construyendo una mentalidad propia que las explicara y justificase. Se ha dicho incluso que existe un "espíritu del capitalismo". Y a esta correspondencia se remite la relación entre la infraestructura económica (modo de producción, relaciones sociales de producción) y la superestructura ideológica (plano jurídico-político, formas religiosas, ciencia, arte y cultura), en que la segunda se sostiene materialmente sobre la primera.
Ningún ejemplo podría graficar mejor la ley de la concatenación universal de los fenómenos.
Y bien, volviendo a nuestro caso diría que el caso de "Chacho" se inscribe en la reformulación del rol del Estado que el capitalismo globalizado se ha planteado de una buena parte a la fecha.
El cambio en las relaciones de propiedad, en las relaciones sociales de producción, entre el capitalismo globalizado y los Estados nacionales, periféricos y dependientes se ha expresado :
en Estados "fuertes": garantía de máxima explotación y desarrollo industrial. Dueños de capital.
En Estados "benefactores": garantes de la paz social, aptos para las buenas cosechas. Dueños de una renta impositiva redistributiva.
En Estados "autoritarios": gendarmes de la jornada laboral, desfoliadores de conciencias. Dueños de un crédito ilimitado.
En Estados "nuevos": rehenes del mercado. Dueños de la deuda.
Modelos que ya no son adecuados a esta etapa de la espiral capitalista.
Ahora el capital se encuentra en condiciones de retomar el control por sí mismo, sin la urticante intermediación de los políticos. Sin "compartir" el poder con estructuras, que habiendo caído junto con el muro de Berlín, continuaban siendo portadoras de un antagonismo latente.
El mecanismo del endeudamiento les ha devuelto a sus privadas manos las empresas de base que sostenían economías nacionales de relativa independencia. La economía global las fraccionó e incorporó a una rentabilidad neta. (Por caso el capital de YPF repartido entre cuatro o cinco empresas de distintos países de origen, que a su vez forman parte de quién sabe cuantas otras). Ella reserva para el Estado el rol de contralor social y asistencialismo directo a los sectores más marginales. Y deslinda cualquier responsabilidad en su mantenimiento. La reproducción de la fuerza de trabajo, queda en manos del submercado con la garantía estatal de supervivencia. Pero los recursos no provienen ya más del capital, se han subrogado sus obligaciones patronales en cuanto a salarios indirectos y el estado debe financiarse con impuestos directos. Con lo cual crea la situación de que es el mismo proletariado, a través del consumo, quien financia su reproducción marginal. Y dado que son las mismas empresas que detentan los servicios públicos, previsionales, de abastecimiento, de comercio exterior, etc. quienes cobran el gravamen, pasan a ser las principales recaudadoras.
Es así que la transferencia de funciones lleva al estado a desprenderse de una masa critica de personal y a desfinanciar cualquier actividad que pueda ser suplida por el capital (salud, educación, tecnología, etc.).
El estado deberá entonces estar en manos de una selecta capa de burócratas profesionales. Tecnócratas, educados en sus universidades, preocupados únicamente en la buena salud de la economía global. Sin mácula de viejos vicios, corruptelas o desplantes prepotentes de advenedizos. "Chacho" ha venido a limpiar la casa, a exigir la expulsión del paraíso de extemporáneos indeseables. A sostener la ficción jurídica y democrática del "poder".
Ya que como bien observaran los teóricos sobre los cuales construimos estas tibias aproximaciones, las representaciones sociales tienden a permanecer más allá de la época. Y es claro que aún resultan necesarias las ideas de "elecciones libres", aún cuando las últimas en EEUU anticipan la futilidad de los partidos políticos. El Estado, como siempre, no es más que el instrumento del poder real.
También retomamos la idea que nos advierte que las causas profundas se encuentran veladas por la inmediatez de las acciones. Las ciencias sociales, junto a la historia y la filosofía, nos abren un postigo para intentar vislumbrarlas. Y sabemos que la comprensión de un problema es la mitad de su solución.
Si debiera redondear una síntesis de estos pensamientos diría que el poder se encuentra en manos de quienes tienen la capacidad de desarrollar y transformar la realidad social y material del mundo, por las buenas o por las malas. Que siga en manos de las empresas que conforman el mercado global o pueda pasar a las del 80% de la población mundial, que lo nutre con su miseria, será el epílogo de este capítulo en la lucha de clases que ha motorizado la historia humana.
Y como para ir cerrando estos comentarios, quisiera agregar un párrafo con respecto al uso del tiempo. Este escrito demandó 6 horas 24 minutos. Consta, hasta aquí, de 1.760 palabras, esto es algo así como 4.5 palabras por minuto. Podrá decirse que es una tasa de productividad algo baja, pero si lo comparamos con el capital constante puesto en juego, es decir el tiempo socialmente necesario para producir todas las ideas en que se basan estas líneas, veremos que la plusvalía obtenida es impresionante. Esto es la tasa de ganancias. A ud. que acaba de realizar su apropiación individual, le toca asignarle la calificación de acuerdo al valor de uso que pudiera haberle aportado. No hesite: las ideas, por supuesto, también están sujetas a las leyes del mercado.
Jorge Winter
16-11-2000